La escenografía de la obra de
joyería de Mariano Cano
Mariano Cano es un poeta del
volumen, porque capta la esencia a través del símbolo representándola con
iconismos, además de desarrollar claramente el elemento que la conforma. Se
trata de ir más allá de la anécdota, de ahí que se apoye en la propia
versatilidad del cambio y la transmutación. Porque a través del cambio consigue
captar la idea esencial de la energía, de la materia que está en continuo
movimiento. En realidad ambos son energía en estado puro, en un alto grado de
elaboración, determinando sus diferentes escenografías.
Capta el momento, para inmortalizarlo, dado que sabe que en el instante se halla
la explicación de la determinación de la filosofía de lo que existe.
El momento es fundamental y de ahí que su escenografía capte una parte del
mismo, que, es capaz de englobar sin problemas, el todo.
Su escenografía es attrezzo en
estado puro, dado que recurre a los elementos, buscando la persistencia de la
composición, evidenciando un alto conocimiento de la temática, de ahí que busque
siempre enfoques diferentes que la enriquezcan.
Unos enfoques que van más allá de la limitación de lo que sucede, porque lo
engrandece, permitiéndose licencias de gran fantasía que van en sentido de
enaltecer la dinámica de lo real, entendida como parte de una estructura más
compleja y evidente.
Trabaja en una gran cantidad de materiales, desde nobles como la plata y, en
menor medida, el oro, pasando por pedrería, hasta metacrilato y otros.
Es un creador que aborda la joyería desde el punto de vista de la
joya-escultura, potenciando el volumen, como parte de un discurso que busca
enaltecer la composición.
El resultado es una obra de gran calado que investiga la evidencia de la
temática, exaltándola, dentro de un planteamiento alegórico, en el sentido de
integrarse en lo poético para dar a conocer su estadio interior.
Joan Lluís Montané
De la Asociación Internacional de Críticos de Arte
(AICA)