Muestra de esculturas
que va del 20 de junio al 22 de julio de 2007 organizada por el Ayuntamiento
grancanario con motivo de los actos a celebrar por la fecha de Fundación de la
ciudad de Las Palmas
‘Esto es Montull’, la alegoría
canaria de un escultor universal
Escultor universal, apasionado de la vida, vigoroso en el trabajo plástico,
curioso innato, hombre de determinaciones, creencias y teorías. Es un artista
plástico que se ha hecho a sí mismo. Poco a poco ha ido atesorando la sabiduría
artística, el dominio plástico sobre el material, fundamentalmente piedra y
madera en escultura o la perfección de los dibujos a lápiz o el contundente
expresionismo desgarrado en su obra pictórica, donde el color cobra un
protagonismo inusitado.
En todas las disciplinas en las que interviene domina la sensación de volumen,
que determina un expresionismo casi mitológico, etnicista y de gran pureza de
elaboración, especialmente por el concepto humanista que posee.
Profundiza en las interioridades de los seres humanos, interesándose por la
biología, el hecho de nacer, de dar a luz, en un mundo distinto, de ser madre,
el concepto de maternidad. Hay un homenaje implícito a la figura de la mujer,
considerada base, semilla, sustento, ordenamiento de la propia existencia. De
ahí su interés por la maternidad, tal como también le pasó a Henry Moore.
Luis es un creador que se sumerge en el caldo de cultivo de las vanguardias
históricas, de los cubistas, naturalistas, expresionistas, primitivos y étnicos.
De todos aquellos artistas que se interesaron por la vida, por el hecho de
existir, y, como tal, también por su pasado, por su firmamento artístico,
plagado de estrellas, civilizaciones y culturas. Se aproxima a las culturas
griega y egipcia, mesopotámica y árabe, asimismo se interesa por el románico,
gótico y el renacimiento. Es un hombre sincrético, dominador de varios
lenguajes, buscador de una simbiosis, de un resultado artístico, distinto, que
se aleje de posicionamientos miméticos, y que cree, por sí mismo, un nuevo
lenguaje.
La sutilidad sensual del dibujo
Sus dibujos, especialmente los basados en la figura femenina, se insertan dentro
de un planteamiento expresionista especial, destacando por presentar figuras
femeninas estilizadas, desnudos que hablan de exotismo, de la sensualidad de la
forma, de la progresión de la curva, porque no hay líneas rectas, solo gesto
curvilíneo que da una sensación de profundidad, de elegancia envolvente, de
existencia natural. Están hechos a grandes trazos, pero sin menospreciar el
detalle, pero, conservando la fuerza de la determinación, huyendo del
preciosismo, buscando la expresión de lo voluptuoso o bien de la naturalidad y
reflexión.
La
mujer como punto central en la que confluyen deseos, estadios de la mente,
instantes de meditación, posturas que sugieren una admiración biológica, un
culto a la imagen con respeto, como si fuera la abanderada del cambio en el
mundo, cual viento de renovación que se adentra en las selvas imaginarias de la
humanidad.
Son dibujos de escultor, donde la figura es perfecta, elegante, fuerte, pero, a
la vez, conserva su feminidad y su encanto.
Dibuja siempre grandes pies y manos, mientras, el cuerpo, es estilizado y sutil.
Destaca el trabajo que les confiere a sus extremidades, consideradas como
anunciadoras de una necesidad de comunicación que subyace explícita. Es un
reflejo de su propio interior, de sus anhelos como persona, dado que precisa
transmitir energía y recibirla, fundirse en un abrazo imaginario, constatar la
propia vitalidad.
La aventura del desnudo le conduce a dominar la anatomía, músculos, zonas
corporales diversas y es por esta razón que su creación es tan creíble porque
parte de un conocimiento casi científico.
Pintura del drama, expresionismo, fuerza interior y culto a la llama
incandescente
La obra pictórica del escultor español se caracteriza por presentar la
intensidad del drama, la fuerza del fuego de la existencia. Hombres y mujeres,
escenas de hombres jugando a las cartas en uno de sus breves momentos de asueto,
pescadores, mujeres que aman y son amadas, mujeres solitarias, incomprendidas,
de mirada perdida en el infinitesimal segundo del jeroglífico del paradigma
existencial. Hay también modelos que posan para un público curioso, refleja
también escenas en las que el amor y la pasión como fundamento razonan al
unísono, buscando su espacio, entendiendo de hilos y de madejas a desenrollar en
el laberinto de la efervescencia vivencial.
Su pintura tiene reminiscencias de un expresionismo fuerte, directo, que llamea
a través del encendido color, que se nutre del cubismo en determinados casos, de
las formas y figuras que surgen incandescentes, casi como si estuvieran en otra
dimensión, en la de los deseos, anhelos y pasiones.
Bucea en el interior de los marasmos, cual acantilados imaginarios, que marcan
la senda que conduce al drama de la existencia. Plasma seres que aman, personas
al borde del abismo, pero que, sin embargo, no acaban de caer en él. Hay una
fuerza interior que las guía, conduciéndolas hacia extremos inimaginados,
buscando su propia coherencia en la desangelación de lo que les queda de sus
vidas. Es la constatación de los innumerables pasajes que forman parte del
laberinto cotidiano, aparentemente anodino, pero plagado de dramas que están a
punto de salir al exterior como si fueran una explosión volcánica en busca de su
libertad. Pero también hay prestancia, elegancia y desenvolvimiento en la
expresividad de sus momentos.
Elegancia que descansa en la fuerza de las miradas de sus personajes o en su
clara indefensión, aumentada por la especial predisposición del color, como si
fueran mitos alegóricos, simbologías de un pasado remoto, personajes de leyenda,
cuando son actuales, se encuentran con la realidad, pero parecen actores de un
drama de Chakespeare en plena función.
Una de las particularidades que destaca de su composición en su perfección en
los detalles, la manera de acabar las obras, dentro de un cierto trasfondo
melancólico, triste, en el que domina la serena libertad del individuo que se
encuentra ante un callejón sin salida, pero que, sin embargo, quiere volver a
resituarse con fuerza y determinación.
Escultura mítica, simbólica y alegórica
Su producción escultórica se caracteriza por su figuración, basada en personajes
y seres dotados de fuerza mitológica, elaborados dentro de un expresionismo
personal, de influencias cubistas, de índole geométrica, pensados para ser
símbolos de ideas, más que presentar figuras con gran detalle y descripción.
En las etapas de su vida transcurridas en Cataluña y París, sus personajes
poseen un cierto culto africano, entroncan con la vanguardia histórica,
insertándose en la elaboración de una obra totalmente implicada con el
simbolismo, en la capacidad de evocar epopeyas, anunciando la importancia del
concepto biológico, la unión de las formas que estructuran por partes la
persona, afiliándose, por defecto, a la cultura primitivista, en la expresión y
manera de concebir sus esculturas. Con el transcurrir de los años evoluciona
hacia una obra más determinada, menos improvisada, pero, paradójicamente, más
libre.
En este contexto no renuncia a la mitología y biología. Está última es
considerada el centro material de la tierra, sustento de la humanidad, generador
del cambio entre los seres. Biología que las culturas primitivas africanas,
aborígenes australianos, indígenas de América del Norte y del Sur expresaban con
determinación.
No busca estilizar las figuras, sino expresarlas con volumen, músculo, a base de
grandes rostros, brazos y pies, pero no de gran altura, buscando la contundencia
de la materia. En sus etapas posteriores sigue siendo grandilocuente, dramático
y alegórico, pero buscando el refinamiento de los rasgos, dentro de su peculiar
determinación. Su producción actual es un sincretismo de las etapas anteriores,
posee influencias de todas las civilizaciones, pero, con un sello personal que
el artista canario sigue desarrollando en las islas afortunadas. Su etapa
parisina y catalana es importante, desde el extraordinario monumento alegórico
mitológico y brutalmente expresivo al payés catalán, en el que destacan arrugas,
sufrimiento, dolor, dedicación y esfuerzo, a la serie homenaje a Isadora Duncán.
Es un hombre de mente abierta, cosmopolita, amante del arte, danza, naturaleza,
seres humanos, culturas y razas, y ello se lo transmite a su obra, dado que vive
con ella, es, en realidad, la misma obra.
Su discurso plástico busca el perfeccionamiento del volumen, su consistencia
como tal, interesándose por la figura como ente de experimentación, con
capacidad de soportar un simbolismo acusado, un planteamiento de nuevas
realidades.
Exagera formas y extremidades, busca resaltar grupos musculares y facciones,
para dotar a su obra escultórica de una intemporalidad evidente, marcada con su
sello personal tendente a la grandilocuencia, pero, realmente coherente.
La asimetría de sus proporciones está equilibrada porque se aleja de la
deconstrucción, aproximándose a un nuevo paradigma humanista, que ya anunció en
su tiempo Henry Moore.
En el fondo, más que mantener una actitud de admiración y homenaje a los seres
que inmortaliza, al ser humano en general, es también una posición en la que se
constata de manera evidente su actitud de denuncia de las miserias humanas y sus
circunstancias. De ahí que conforme a sus personajes con formas que, por su
intensidad y espectacularidad, les dan un nuevo sentido.
Obras religiosas
En sus creaciones religiosas mantiene su espectacularidad de formas, pero dentro
de otras proporciones, en las que destacan su culto al detalle, la elaboración
teniendo en cuenta el medio religioso al que irán destinadas (iglesias,
catedrales, etc.), por lo que, baja en intensidad su concepción expresionista.
De todas formas se implica con el simbolismo, en la magia de la talla, en la
perfección de los acabados, en el pulir, estructurar, delimitar y ser fiel a un
legado universal, eso sí siempre con su visión personal, aunque, en este
apartado, condicionada por los encargos. Aún así se expresa con cierta libertad,
buscando destacar actitudes, detalles y elementos de la composición, pero, sin
caer en una gran expresividad. Los santos, monjas fundadoras, Jesucristo,
elementos simbólicos, configuran una manera escultórica de entender las
imágenes, que nunca caen en el mimetismo y que poseen la fuerza de un artista
que ha sabido entender la fidelidad a los diferentes lenguajes plásticos.
La libertad, potenciación de un naturalismo actual, la danza e Isadora Duncán
El ‘Amor’, ‘Isadora Duncan’, ‘Desnudos’, son series temáticas que destacan en la
visión más actual del escultor canario, con raíces y contactos en Cataluña.
De una obra naturalista específica pasa a una creación figurativa de nuestros
días, estilizada, en la que la expresividad contundente deja paso a creaciones
más sutiles, donde las formas, el equilibrio compositivo es más dinámico, dado
que predomina una cierta idea de movimiento, de gesto en la manera de tratar las
esculturas de madera y piedra.
Las formas son más estilizadas, los cuerpos poseen mayor estiramiento de líneas.
En consecuencia exhibe hombres y mujeres en actitudes amorosas, desnudos, en
distintas posiciones o bien practicando deporte, desde la danza a la gimnasia,
buscando enaltecer el concepto de lo bello contenido en las figuras humanas
desnudas. A partir de su creación se recrea en la parte exterior de las mismas,
buscando el fondo, la idea, para plasmar la verdadera escultura, sintiendo el
material, persistiendo en la búsqueda constante de nuevas sensaciones.
En ‘Isadora Duncan’ sigue insistiendo en la expresividad del gesto, en la
movilidad de la estructura, mostrando un barroquismo sugerente, en el que lo
descrito no pierde fuerza. Las manos están abiertas, dialogan con el aire, se
confunden con el movimiento, desapareciendo y reapareciendo. Todo el cuerpo en
permanente flexibilidad, la cabeza escondida entre el torso y las piernas,
mientras, el eje de gravedad cambia de posición. Sensualidad en el ambiente,
esencialidad de la energía que transforma la forma para hallar otros movimientos
que, a su vez, generan más energía. Pero todo ello expresado a través de la
materia, que, en este caso, es la madera.
Base, punto de equilibrio, como la tierra, elemento imprescindible del planeta
en el que vivimos. Los opuestos se atraen porque se complementan. No hay
contradicción en ello porque se explican mutuamente. Es decir que se produce una
dinámica envolvente en la que los puntos de energía transmutan la materia y la
danza es como hacer el amor con el viento, saltar en el aire, dejarse llevar,
navegar sin barco, para posarse en la esencialización de la elucubración de una
mente que disfruta con la magia de la propia libertad del gesto.
En esta etapa más reciente de su escultura volvemos a encontrar la maternidad,
que expresa con más gesto, en obras menos recargadas y más directas, pero, a la
vez, elaboradas.
Las mujeres con las manos apoyadas en la frente, con la mirada gacha o el gesto
perdido en el horizonte ya no son tan habituales, pero existen, porque el
silencio y la soledad nos acompaña en una época de ritmo trepidante y
civilización tecnológica. De ahí que la contribución de Montull sea aun más
importante, porque se nutre de la fuerza de la materia, para intentar vencer al
miedo a la soledad que se sitúa a la cabeza de las posibilidades, buscando ser
el dueño de la situación.
Contribución a la escultura internacional
Su aportación a la escultura internacional pasa por no renunciar al naturalismo,
pero con la particularidad de que lo adapta a nuestros días, evolucionando de
unos conceptos propios de la vanguardia histórica hacia planteamientos
escultóricos en los que predominan la idea del gesto, movimiento y elaboración
del trabajo de la piedra y madera.
En el ámbito pictórico sigue con su expresionismo, destacando los aspectos
formales y biológicos, pero dentro de una cierta capacidad para resaltar el
drama. Realmente, el suyo es un viaje por la mente, exhibiendo el poder de las
neuronas, de una mente dispuesta a no renunciar a la formación clásica, pero
empleando sus conocimientos plásticos que se vehiculan a partir de un respeto al
cubismo, para elaborar un discurso que tiene mucho de poscubista, pero también
de primitivista y geométrico-orgánico. De la realidad figurativa, del
naturalismo de la temática a la verdadera vertebración y forja de una escultura
indomable, pero, a la vez, abierta a la poesía.
Joan Lluís Montané
De la Asociación Internacional de Críticos de Arte