Del 16 al 31 de marzo en
el Palacio de Congresos de Madrid
La intensa expresividad de la obra
de Roberto Dell’Acqua
La intensa expresividad de la creación de Roberto Dell’Acqua se basa en su
predisposición a la teatralidad, en el sentido de hilvanar una obra
caracterizada por su gran fuerza específica, nutrida por elementos y medios
compositivos que fomentan la escenografía.
Su creación es grandilocuente, precisando de contrastes porque considera que la
vida es singular, es decir suma de individualidades y momentos.
No busca la síntesis, pero, sin embargo, en su obra destaca una cierta
predisposición hacia la síntesis específica, a pesar de los numerosos elementos
empleados para fomentar un escenario de gran poder visual.
Su verdad es universal, dado que se impregna de las diferentes culturas que
reconoce, en el sentido de ser uno con ellas, para ser parte de las mimas.
Se guía por estados de ánimo, que interpretan temáticas, que se sumergen en el
marasmo secuencial de las mismas, para interrogarse e interrogar.
No muestra una actitud monocorde, solo sutilidad que insinúa la senda de la
explosión cromática predominante, donde la exhuberancia del momento, la
arabización ornamental, la insinuación sensual se convierten en virtudes que se
suceden unas a otras, hasta casi formar parte de un trenzado camino que va a
parar a campo abierto, donde muestra la energía que contiene.
La vida es un escenario, donde se efectúan diversos actos y se desarrollan
actuaciones llevadas a cabo por actores y actrices de mayor o menor valía. En un
momento se producen escenas distintas, llevadas a cabo por actores diferentes,
siempre al ritmo del cambio continuo.
De la transformación de la existencia, a partir de su adscripción a determinados
aspectos de la cultura española, que es universal, exhibiendo la aportación
gitana, andaluza, reminiscencias árabes, la presencia del barroco castellano, la
exigencia de la universalidad en los fenómenos que ocurren en el mundo y que son
comunes pasa a orientarnos dentro de lo específico, vehiculándolo como el
misterio de la vida. Desentraña el misterio pero no muestra el resultado final.
Reduce las vicisitudes a actos concretos universales.
Una acción lúdica la convierte en una composición irónica, alejada de lo
cotidiano. De una determinada presencia temática exhibiendo una precisión en la
existencia, transforma el concepto en una representación virtual de un interior
rico en ideas, que se camufla con la realidad, para formar parte de ella, pero,
a la vez, transformándola.
No hay nada cotidiano en su forma de entender la vida, porque, de una vivencia,
es capaz de construir un mundo de insinuaciones o resumir una cultura. Es decir
que trasciende el momento.
La visión del creador trasalpino descansa en su capacidad de observación de los
fenómenos de la vida, para, siendo ellos mismos, constituyendo por si mismos una
explicación de cualquier esencia, ir más allá de su significado tradicional. Ahí
es donde radica su magia.
Joan Lluís Montané
De la Asociación Internacional de Críticos de Arte