Roberto Benítez, los universos de cuatro en uno y ocho en uno

 

 

Obras dentro de otras obras, cuatro en uno y ocho en uno, formulaciones específicas en la mente y en la realidad externa. Elucubraciones mentales, proyecciones de la mente, universos paralelos, ambigüedad o destino... todo ello en las obras laberínticas y de multi-realidad de Roberto Benítez. Creaciones que proceden de la catarsis, de la captación de mensajes que el cerebro y el corazón procesan de forma automática, aumentando la dosis de plasticidad de los mismos. 

Describe escenas nunca pensadas, escenarios dramáticos o lánguidos que bucean en la teatralidad de la propia existencia. Espíritus que se pasean entre dos mundos, buscando la ascensión a otros más evolucionados; otros que están atrapados en el amasijo de recuerdos y en los anhelos de los humanos. Puertas de luz que se abren y se cierran, con seres de luz o no, que vuelan sin cuerpo. Seres procedentes de otras galaxias, cual ovnis, que se dejan caer en la soledad del silencio en las noches estrelladas, en el espacio sugerido, fruto de instantes en los que el creador andaluz capta sus vibraciones. 

Paisajes abstractos, surtidos por la fuerza del expresionismo, de la forma curva, de la posibilidad de crear mundos infinitos, contenidos en el lienzo, que vislumbran su proyección hacia insondables precipicios inventados, allá donde no existe tan solo lo que la imaginación y la fantasía permite. Pero su pintura va mucho más lejos. No pretende sorprender solamente, sino también ser rigurosa con el verdadero pensamiento del artista, que se encuentra más allá en el más acá. 

Es un creador que indaga en su propia conciencia, que vuela, realiza viajes astrales, se sumerge en regresiones a otras vidas, se traslada en cañones elípticos a circunferencias inventadas, en mitad del espacio, donde todo confluye, porque si somos conscientes de que somos uno, el resultado es que somos. El quid de la cuestión estriba en saber comprender que por mucho que busquemos fuera solo somos uno en nosotros mismos. Lo exterior son proyecciones de la mente, evidentemente que existe, pero según la capacidad del cerebro de cada uno, veremos una parte u otra de la existencia. Es decir que nos atendremos a las limitaciones propias de aquellos que se dejan llevar por las neuronas, pero, sin embargo hay otros universos. Eso es lo que constata, porque sabe que la verdad no existe, es una suma de verdades y ópticas distintas; pero existe una jerarquía, otros mundos, seres extraterrestres o bien humanos, que están allí y aquí, con los que el pintor andaluz conecta, pero con los que tampoco pretende romper esquemas, y atraerlos a toda costa, sino que los emplea para mostrarnos que la fantasía es la realidad más absoluta, dado que todo lo que existe es real y la fantasía es producto del cerebro, el resultado de la propia conciencia, posee sentimientos y como tal actúa.

 

 

 

Joan Lluís Montané
De la Asociación Internacional de Críticos de Arte 

 


     

 

 

 

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